jueves, 19 de mayo de 2016

















TEATRO NACIONAL

ANTECEDENTES

Los datos de la historia, nos remite al grandioso año de 1841, cuando la hermosa mansión capitalina del Sr. Rafael Meléndez albergaba momentáneamente las veladas que dieron origen en aquel entonces a los primeros intentos de Teatro escenificado en el país, año que marca el inicio del movimiento Teatral salvadoreño.

A finales de 1842, Don Mariano Cáceres levantó sobre las paredes de su casa una extravagante construcción que se convertiría en el primer edificio diseñado especialmente para representaciones escénicas. Se trataba de un enorme cono de paja al descubierto que proporcionaba las condiciones acústicas necesarias para dicho propósito.
Así fue como se creó el primer Teatro que tuviera la clásica ciudad de San Salvador. En él se presentaron obras como "Catalina Howard", "El sitio de la Rochelia", "Lázaro el mundo".

El guatemalteco, Tiburcio Estrada, visitaba con frecuencia esta sala con su compañía Teatral, quienes eran del agrado de los apreciantes de la época. Este Teatro era sostenido por los hermanos Mariano, Polio y Alejo Cáceres.
Cuatro años más tarde, en 1846, con motivo de celebrar las fiestas del "Salvador del mundo", los "cohetes de vara" y demás fuegos artificiales, terminaron por incendiarlo.

Antes que esto sucediera, vino a San Salvador el Sr. Mariano Luke con su bien organizada compañía dramática, bajo la Sub-secretaría de Relaciones Exteriores presidida por el Sr. Juan José Cañas (también poeta quien en 1879 escribiría la letra original del actual Himno Nacional de El Salvador).
El Sr. Luke, no estando dispuesto a trabajar a patio descubierto ni a salón reducido, hubo sugerido la construcción de un Teatro con los aspectos técnicos necesarios. Al otro extremo de la cuadra misma donde existió aquel Teatro primitivo era donde se reunía el congreso Nacional anualmente y fue ahí donde se construyó dicho Teatro.

En 1852, a iniciativa del Sr. Francisco Dueñas, presidente de esa época, y a instancias de Don Pedro Pómulo Negrete y Don Julio Rosignon, se dispuso la construcción de un "Teatro Nacional".
Fue durante la presidencia del Sr. Dueñas que se dio el respaldo a la petición del Sr. Cañas para la construcción del Teatro, y fue autorizado el Sr. Felipe Chávez para cubrir semanalmente los gastos de la obra. Se procedió a dar por iniciado los trabajos de edificación una vez limpio el terreno, bajo la dirección del Sr. Mario Guzmán (constructor) y el Ing. José María Peralta. Después de cinco meses el Teatro comenzó a prestar sus servicios; sin ambargo el 18 de febrero 1910, fue reducido a cenizas, nuevamente, por un incendio.

Entre otras, la obras dramáticas que estuvieron en cartelera de este Teatro son "Las dos flores o Rosa María" de Francisco Esteban Galindo, "Los misterios del hogar" de Román Mayorga Rivas y Francisco Gavidia, "La tragedia de Morazán o Morazánida" de Francisco Díaz, "El Ursino y Júpiter" de Francisco Gavidia.
En este recinto también se escucharon las voces de poetas como Juan José Cañas (el mismo diplomático antes mencionado), Francisco Castaneda, Rubén Darío, La voz de oro de María Guerrero, Antonio Arévalo, Francisco Sánchez de León, entre otros.

En 1903, se creo la "Junta de fomento de San Salvador", quien llevó a cabo el concurso de planos para la construcción de un nuevo Teatro, después del incendio del anterior. Fueron los proyectos "Melpemone" y "Dos puntos azules", los ganadores del concurso, ambos eran de origen francés.
Fue entonces que en fecha 3 de noviembre de 1911, el entonces Sr. Presidente de la República, Manuel Enrique Araujo, su gabinete y otras delegaciones, colocaron la primera piedra. Se daban por iniciados los trabajos del actual "Teatro Nacional de San Salvador".

Este nuevo edificio del estilo del "Renacimiento francés modernizado", ostenta una fachada de cuarenta y dos metros de frente por noventa y siete de altura y su construcción es de sistema "Hennebique", cemento armado. Este fue inaugurado por el Sr. presidente de la República de entonces, Carlos Meléndez, en fecha 1 de marzo de 1917.

En 1950, se crea la Dirección Nacional de Bellas Artes y junto a esta, la Escuela Nacional de Teatro "Gerardo Nieva" que funcionaba en el edificio.

En 1976, se dio inició a una remodelación bajo la dirección del Arq. Ricardo Jiménez Castillo, quien con el apoyo del Gobierno de la República, quien financiaba la obra, se contrataron personajes selectos como Roberto Salomón para el escenario contemporáneo, Simón Magaña para la decoración, Carlos Cañas para la elaboración de murales y pinturas y Margarita Álvarez de Martínez para los acabados en repujado de cobre que adornarían las puertas de los palcos.
Posteriormente se incorporaron al trabajo, artesanos de Ilobasco y alumnos del entonces Bachillerato en Artes especialidad pintura; estos últimos dirigidos por Carlos Cañas.

Según Simón Magaña, decorador, su estilo permite seguir agregando elementos sin que todo esto se dañe, sino por el contrario, esto lo enriquezca en términos propiamente estilísticos.

Sus espacios fueron decorados por varios estilos, como Versailles, Rococó, Romántico y Art Noveau, con toques regionales. Algunos de los muebles fueron elaborados en un taller en el Teatro, el resto del mobiliario fue importado desde Estados Unidos; hablamos de alfombras, butacas (imitando la línea Thonet), atriles, tapices.
Con esto, fue reinaugurado el 5 de noviembre de 1978 con la entrega del Premio Nacional de Cultura en ese año, otorgado al caricaturista "Tono" Salazar en la rama de artes y al Dr. Julio Fausto Hernández en la rama de la ciencia.

Por Decreto Legislativo, el Teatro Nacional de San Salvador fue declarado "Monumento Nacional" en 1979.

En el año de 1992, recibió de parte del Gobierno de Japón el equipamiento de luces y sonido, para complementar su esplendor.

En el año 2001, El Salvador sufrió dos terremotos. El Teatro, habiendo resistido la embestida de los terremotos de 1917, así como el de 1932 (no afectando mucho la ciudad de San Salvador), 1965, 1982 y 1986, sucumbe y queda significativamente dañado por dos los mismos que se dieron con un solo mes de diferencia: El 13 de enero y febrero respectivamente.

Su reparación se inicia en el año de 2003 por el entonces Consejo Nacional para la Cultura y el Arte (CONCULTURA), cuya obra fue concluida en el año 2008, reinaugurándose nuevamente el 23 de mayo; sin embargo comenzó a funcionar nuevamente a todo esplendor el día 29 de septimbre del mismo año.

BIOGRAFÍA  DE CARLOS CAÑA








Carlos Cañas, Premio Nacional de Cultura 2012, precursor del arte abstracto y dueño de una personalidad artística única ha partido. A sus 88 años vio con satisfacción el fruto de todo su trabajo y el legado que dejó en las artes plásticas del país.
Su recuerdo estará presente en sus obras y en aquellos que compartieron con él gratos momentos; pero sobre todo quedará en el trabajo de sus alumnos quienes se encargarán de postergar su nombre.
Para Augusto Crespín, artista plástico y coordinador del Salón del Dibujo, Carlos Cañas regresó de España con ideas innovadoras que cambiaron el rumbo del arte.
"Él venía con ideas avanzadas, porque la pintura en El Salvador siempre ha sido conservadora, era el artista más atrevido en aquella época y eso es lo que hace ser un referente para los artistas jóvenes", mencionó Crespín.
"Lo interesante de Carlos Cañas fue proponer cosas nuevas como el cubismo , expresionismo", agregó.
Crespín también mencionó que tuvo el privilegio de coincidir con Cañas, ya que uno de los salones de dibujo fue dedicado a él con el objetivo de fomentar está técnica en los artistas más jóvenes.
El pintor Mauricio Mejía, por su parte, menciona que las artes visuales de este país han sido privilegiadas con la presencia de grandes maestros y que ahora se finaliza un capítulo importante con la ausencia de Carlos Cañas.
"Con su ausencia se cierran puertas por todo lo que él generó, él es una parte vital para un proceso del arte en El Salvador, él era un giro total, yo después lo entendí. Lo lamentable es la partida de estos maestros, no sentimos que se les valora aunque se le dio un gran reconocimiento, pero de verdad siempre en las artes visuales nos damos cuenta que hay una gran deuda de la sociedad y del gobierno de un verdadero reconocimiento en vida", expresó el pintor.
También Geovanni Gil, uno de los artistas más cercanos al maestro Cañas y jefe del departamento de grabado del Centro Nacional de Artes (Cenar), recuerda con mucho cariño y aprecio los mejores momentos que pasó junto a este artista.
"Yo tengo muchos recuerdos fascinantes de don Carlos, desde su carácter que se imponía y seguro de cada cosa. Carlos Cañas nunca fue mi maestro, pero si fue mi mentor, yo me debo a las artes gracias a él", puntualizó Gil.
"En la época que estuvo en el Cenar fuimos buenos amigos, él se fue muy feliz, para mí es un padre, es muy especial, todo un monstruo en el arte y cultura en el país. Parecía ególatra cuando decía que « era la piedra que sostenía todos los pintores de este país», pero sin la presencia de Carlos Cañas en la Cultura Salvadoreña no existiéramos muchos de los que estamos ahora", añadió.
Otros grandes y reconocidos artistas del país también lamentan su partida y hacen mención a sus anécdotas más cercanas con este pintor.
Fernando Llort, es uno de ellos, para este artista Cañas fue un maestro de grandes generaciones. "Hemos perdido a uno de los valores más grandes que ha tenido El Salvador", expresó.
"Cuando él estaba allá en La Palma en su curso de grabado, yo le llevaba su botella de whisky o de vino y él pasaba muy contento inspirándose", añade Llort.
Además María José Llort, directora de la Fundación Llort menciona: "Don Carlos Cañas siempre ha sido muy importante en la historia de la pintura de El Salvador. Es una gran pérdida su fallecimiento, es muy triste".
No podía faltar la opinión de Marta Eugenia Valle quien formó parte del jurado que lo nominó Premio Nacional de Cultura 2012.
"Realmente esto me permitió estar más cerca de su obra y de tener una reflexión de su legado para el país. Fue un artista integral y tuvo la capacidad de interpretar y captar la época en su obra y eso es muy difícil hacerlo. Él es el primer pintor que introduce el cubismo en El Salvador y luego compromete su ideal con la historia del país", dijo Valle.
Cañas y su obra
Una de las obras más representativas de Cañas sin duda es " El Sumpul", el cual es un homenaje a las víctimas de la masacre en 1980. Esta pintura fue catalogada como un ícono en el arte.
En el desarrollo de su carrera pictórica, Cañas retomó una variedad de estilos e influencias, las cuales fueron retratadas en obras con matices precolombinos, y principalmente en el arte abstracto de los años 1960 tras su retorno de Europa.
Su obra contiene una temática política, y una etapa colorida entre las que destaca el mural del plafón de la Gran Sala del Teatro Nacional.
Roberto Galicia, director del Museo de Arte (Marte) en una publicación para El Diario de Hoy mencionó que "más allá de El Sumpul y de su hondo significado en la historia del país, la obra del Maestro es vasta".
Galicia destacó en dicho texto que "de esta colección el Marte exhibió, en 2004, una amplia selección de su obra sobre papel. Dicha muestra, curada por Bélgica Rodríguez, historiadora y crítica de arte venezolana, quedó registrada en un importante catálogo que deja en evidencia, una vez más, su innegable talento y compromiso social".
Carlos Cañas nació en 1924, estudió en la Escuela Nacional de Artes Gráficas. Se formó en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (España). Es Premio Artes Gráficas. Fue reconocido por la Asamblea Legislativa. Cañas además recibió la Orden de las Artes y las Letras (Francia, 1990) y también la Orden Nacional José Matías Delgado
En 2001 recibió la Orden de Isabel la Católica y en 2009 fue galardonado con la Cruz de Santiago de la Embajada de España en El Salvador. En 2012 fue reconocido como Premio Nacional de Cultura.
Al preguntarle quien era él en una de las entrevistas sostenidas con este rotativo, Cañas se describió como una persona solitaria.
"La soledad es un mal natural en mí. Siempre he vivido solo. Me gusta estar solo. Soy el que vive en soledad eterna, pero buscando que esta soledad se desarrolle en creatividad... Es el oficio de pintar en el que deposito todas mis soledades. Yo nunca pinté para ganar premios, riquezas. La pintura ha sido mi modo de trabajo y tenía que producir. Pinté para vivir. Yo nunca tuve creencias derrotistas. Siempre me creí muy alto, elevado. Nunca pensé qué hace un pintor grande para los demás, sino qué puedo hacer para mí mismo, para sentirme gozoso de la pintura", afirmó el maestro.

FOTOGRAFÍAS DEL FRESCO DE CARLOS CAÑAS

















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